Capítulo 4: HIPERNACIONES EUROPEAS, del 15 de mayo al 6 de junio de 2222.
4.1
" Le président
N’a plus de dents
Le monde entier
Veut le dentier
Du président”
(el presidente ya no tiene dientes, el mundo entero quiere la dentadura del presidente)
A Tao le encanta esta canción que escuchó en Paris-Valois, tanto es así que se la aprendió de memoria en lengua francesa y cuando por fin descubrió, después de una semana, que la letra trataba de su padre, aún le gustó más, y desde entonces no para de tararearla.
Ya han pasado tres semanas desde que llegó a las hipernaciones europeas, con su compañero Aldous y no se arrepiente de su elección. Son, sin lugar a dudas, las vacaciones más emocionantes, más fantásticas y exóticas de su corta existencia.
Lo que más le marcó al llegar fue el aspecto físico de la gente. Las personas tienen narices grandes, barrigas prominentes, ojos saltones, hay delgados, gordos, bajitos... En Winland, mucho más avanzado tecnológicamente, todos los embriones son seleccionados antes de la fertilización, y por lo tanto los rasgos están estandarizados así como los tamaños, aproximadamente de 1 metro 90 para las mujeres y 2 metros 10 para los varones, mientras que los defectos físicos se eliminan al nacer con una cirugía punta estético-génica, con un resultado sin margen de error. En Winland todo el mundo es hermoso, alto, delgado y en perfecto estado de salud, sólo el color de la piel ofrece un poco de variedad entre las personas. En las hipernaciones europeas, sin embargo, hay menos medios y sobre todo, la eugenesia, considerada como una bendición en Winland, se enfrenta a los preceptos judeo-cristiano- islámicos y a la bioética atea, ambos muy arraigados en las mentalidades. No hay selección embrionaria, simplemente rechazan los cromosomas más deficientes, evitando los principales defectos genéticos, y eso es todo, el resto se deja al azar.
Al principio, por supuesto, Tao sintió rechazo, como todos los turistas Winlandeses antes que él. Le asustaban todas estas caras rojizas, arrugadas y deformadas que casi le rozaban. Además, aquí casi nadie se afeita la cabeza ni se depila el cuerpo como lo hacen todos los Winlandeses, con sus greñas y sus cejas velludas los Euráfricanos tienen todos pintas de animales salvajes, es muy difícil acostumbrarse. Luego está esa constante sensación de falta de espacio, de muchedumbre que te oprime. Los techos translúcidos, en Europa, cubren superficies ridículas, unos pocos cientos de metros a lo sumo, cuando en Australia o en "HyperStates" pueden llegar a decenas de kilómetros cuadrados y están mucho mejor oxigenados. Uno siempre se siente claustrofóbico en Euráfrica, huele a sudor y a fluidos corporales... Y lo peor de todo es que a menudo hay que desplazarse andando. Tao casi abandonó al segundo día, cuando su paseo por la city de Londres le provocó una ampolla en el dedo gordo del pie y no encontraba en ningún lugar de la hipernación parches retro-cicatrizantes. Pero aquella misma noche, Aldous le arrastró a un Pub de HyperScotland, desde entonces su visión de Euráfrica ha cambiado diametralmente. Tao bebió cerveza orgánica, saltó durante toda la noche al son de una música tocada por músicos de verdad, le encantó codearse con los demás clientes y bailar mejilla con mejilla con las chicas. Al recibir el contenido de toda una pinta de Lager en su túnica impoluta se echó a reír a carcajadas en el local atestado de gente. Luego conoció a Tina, una muchacha tal vez linda para los hipernacionales gran-bretones, pero francamente horrible según los criterios de Winland. Sin embargo, con ella tuvo el sexo más asombroso que nunca había experimentado… Una auténtica revelación.
A la mañana siguiente, el joven Winlandés sufrió de un terrible dolor de cabeza. Nunca había bebido alcohol y no sabía que era tan traicionero, no como el euforizante jazmín, que no deja rastro cuando termina el efecto. Más allá de esa monumental resaca, se sentía muy confuso. Mientras tomaba el desayuno en la terraza del “resort”, miraba a las chicas pasar y se dio cuenta entonces de que la fealdad le atraía. Se preguntó por un momento si no era una reacción morbosa, incluso perversa, el hecho que le gustasen las nalgas celulíticas o los rostros asimétricos y peludos, pero en el fondo, sabía que se trataba de una cuestión mucho más compleja, las imperfecciones conferían a los seres una vulnerabilidad entrañable, las irregularidades faciales una expresividad única a cada persona. La fealdad era hermosa, descubría asombrado esta gran paradoja. Fue la primera de una larga lista, porque desde entonces, Tao puso en duda, una tras otra, todas las verdades de Winland que creía absolutas. Más allá de los extraordinarios monumentos del viejo continente y de las curiosidades exóticas, descubría una humanidad diferente, más auténtica y variopinta. En Winland, nadie se atreve a enfadarse, a ligar o reír en público, y mucho menos a hablar con desconocidos, mientras que en Euráfrica, todo parece posible, la aventura está a la vuelta de la esquina. Una vez que la gente conoce su nacionalidad, rápidamente establecen el contacto y le invitan a tomar una copa, siempre con la sonrisa puesta.
El único problema es Aldous, su compañero de viaje. En Winland era un chico excéntrico, anticonformista, un poco nihilista y pedante, pero simpático y sus diatribas filosófico-científicas a menudo hacían gracia a Tao. Sin embargo, aquí, estos mismos discursos se vuelven más que pesados, y sus extravagancias, algo insanas.
El vigésimo día de estancia, delante de un “capuccino di vero latte” en Roma-Capitolio, una de las conversaciones degenera. Aldous empieza la charla, despotricando como de costumbre, con su tono pseudo erudito habitual.
"¿Te das cuenta, Tao, que hay menos diferencia entre el hombre de neandertal y el homo sapiens que entre nosotros y los euroafricanos? Es un hecho científico, después de más de 100 años de selección genética, los Winlandeses nos hemos convertido en un nuevo tipo de hombres, no sé cómo llamarlo. Pongamos, "superhombres" o " hipersapiens" por ejemplo.
- ¿Así que los demás son infrahumanos?, contesta Tao, acostumbrado a las divagaciones intelectuales de su compañero de viaje.
- No infrahumanos, ellos siguen siendo Sapiens mientras nosotros ya estamos en un peldaño superior de la escalera de Darwin. Ellos ya son científicamente una subespecie. Por lo menos, los parias y los nacionales. ¿Sabes que una paria y un Winlandés no podrían reproducirse en un entorno natural? Éste es el mismo escenario que hubo entre los sapiens y los neandertales durante la prehistoria. El neandertal era menos inteligente y además, se volvió estéril, al final ganó sapiens. Admite que hay similitudes extrañas con los parias y los Winlandeses.
- Que no, que lo confundes todo, no tiene nada que ver, contesta Tao indignado. Todos somos humanos, hasta que se demuestre lo contrario, y te señalo que nosotros también somos infértiles. Si no usáramos programas de fertilidad, la mitad de nosotros no podría procrear. La esterilidad es por el abuso de cultivos genéticamente modificados, en los últimos dos siglos, lo deberías de saber.
- Sí, lo sé, ¿y qué? replica Aldous con una sonrisa irónica.
- ¿Y qué? Que tus pseudo-teorías neo-Galtonianas no tienen ningún sentido. Además, para que una paria y un Winlandés se apareen primero tendrían que juntarse, y esto no ocurre a menudo, ¿no crees?”
- Ya, eso sí que es verdad. Pero da igual. A nosotros los Winlandeses nos importa un carajo ser estériles o no. ¿Sabes por qué? Porque el Winlandés ha trascendido la naturaleza. Ya no necesita follar para reproducirse, no necesita nada que venga de la tierra, ni las plantas, tiene la agricultura sintética, ni los animales, porque se ha hecho vegetariano. Ni siquiera estamos ya en la cadena alimenticia natural, no como esos sapiens de las hipernaciones que todavía comen carne y siguen atrapados en el ciclo animal. ¿Te das cuenta Tao? Nos hemos liberado de todas nuestras servidumbres terrenales, una sola gota de agua nos permite clonar miles de litros, sabemos fabricar oxígeno artificial en cualquier lugar del espacio. Podemos vivir 200 años y dentro de poco lograremos eliminar el gen de envejecimiento. Créeme, falta muy poco, esto lo conoceremos mientras aún vivamos, Tao. Y entonces, nos habremos por fin convertido en "Homo deus”, "hombres dioses”. ¿A que suena bien?”.
- ¡Hombres dioses! ¡Qué disparate! En serio, me pregunto por qué visitas la hipernaciones si desprecias tanto a estas personas.
- Yo no las desprecio. También me gusta visitar las reservas de animales clonados, y no los desprecio si digo que se tratan de especies diferentes a las humanas, ¿verdad? Pues aquí estamos en un parque de primitivos infrahumanos, está genial, podemos comunicar con ellos, y vivir sin demasiado riesgo auténticas experiencias de salvajes. ¡Ya ves si me gusta!
- ¿Sabes qué? No te soporto más. Adiós”.
4.2
Tao, asqueado, se marcha de la terraza sin terminar su café y regresa al resort. En cuanto llega, llama a su madre y a Moon, que acaba de salir del hospital. Su hermana tuvo cuatro anemias seguidas después del incidente en el tubo del pacífico, hace cinco meses, se mantuvo durante todo este tiempo en observación en una clínica de Wilpena Pound. Después de la llamada, Tao cena en su suite, una hamburguesa de tofú y un batido-soja de algas, esta noche no tiene mucho ánimo para probar las rarezas culinarias europeas. Después, cae rendido viendo un reportaje de “Humanity” sobre las inundaciones en la llanura del Ganges, especialmente aburrido.
En el medio de la noche, Aldous entra en la suite, borrachísimo, junto a una prostituta nacional que ha encontrado en el check-point de la Via Appia. Es absolutamente repugnante, con sus dientes mal plantados, su melena deshilachada y su venas azules aparentes que le recorren las mejillas y el cuello, signo característico de las intoxicaciones por inhalación de gases irradiados.
"Te la he traído especialmente para ti, amigo, ya que tanto te gustan las feas. Sinceramente, mira este espécimen de hembra y compárala con las niñas de Winland… Fíjate que ésta aún es nacional, ¡imagínate lo que puede llegar a ser una puta paria! Hombre, creo que está claro que ellos y nosotros no somos de la misma especie, ¿no? Esta noche ha quedado científicamente demostrado.”
La chica sonríe con todos sus dientes destrozados, no entiende una palabra de internenglish, obviamente. Tao quiere pagarla, pero ella no acepta wincoins, sólo Iberocréditos. Entonces le propone regalarle su visera, de la mejor óptica del Winland. La chica acepta, encantadísima y se marcha rápidamente. Tao se gira para sermonear a Aldous, pero éste se marchó al SAS de higienización corporal para vomitar su "Chianti Light" antes de tumbarse en un policojín de la suite y echarse a llorar como un niño.
"No me riñas, Tao, ya sabes que soy un súper-maduro, a veces me olvido de que las personas tienen otros tipos de reacciones, menos cerebrales que las mías."
Tao se encoge de hombros al escuchar por enésima vez este argumento de la súper-madurez, supuestamente responsable de su falta total de empatía y de sus trastornos psicológicos. Es cierto que Aldous nació al doceavo mes de gestación, pero esto no produce absolutamente ningún tipo de lesión cerebral, siempre y cuando la clínica aumente adecuadamente la placenta sintética y oxigene correctamente al embrión, Tao lo ha verificado. Aldous no tiene ninguna secuela de su nacimiento, pero sí un trauma en su niñez, cuando se enteró a los 12 años de la verdadera razón de su nacimiento tardío. Sus padres se habían marchado de trekking en Alaska olvidándose por completo del feto y sin pagar los últimos plazos de la clínica "Reloading your body”, lo que había retrasado su salida del tubo gestacional tres meses.
Desde entonces, Aldous se convirtió en un adolescente antisocial y problemático. Incluso tuvo una fase de suicida-adicción, en torno a los 18 años, lo que le valió perder 5 puntos de nacionalidad. Un punto por suicidio reconocido, pero el chico ha sufrido al menos una decena más de fallecimientos, disfrazados en accidentes. Morir es la droga más dulce, por lo que cuentan, tan fascinante que la mayoría de los que la han probado buscan a toda costa repetir la experiencia. Desde que hace 30 años las clínicas de Winland ofrecen a sus pacientes la reactivación de las neuronas y la resurrección parcial, se ha convertido en una plaga para la juventud. A pesar de la criminalización del suicidio, cada año un número mayor de adolescente causa su propia muerte cerebral, para luego ser reanimados 24 horas más tarde, con el fin de conocer la experiencia maravillosa de la muerte, mil veces más agradable y relajante que el sexo, según dicen ellos. A Tao no le gusta nada esta práctica, sus compañeros que abusaron de la muerte se volvieron taciturnos, depresivos y cínicos. Exactamente como Aldous.
Tao decide perdonarlo, tras una larga discusión, pero le hace prometer cambiar de actitud hacia los nativos de las hipernaciones. Desde el principio del viaje, Aldous se comporta con ellos con arrogancia y desprecio, igual que antaño se comportaban los señores con sus criados. Y lo peor de todo es que su supuesto amigo no lo hace por convicción personal, sino por pura maldad, para poner a Tao, siempre tan tímido y educado, en situaciones embarazosas. Aldous lo admite, pero trata de justificarse:
"Sí, tienes razón, puede que me haya pasado con el rollo ese de los seres superiores. ¡Pero tú tienes la culpa! Ya, por qué para ti todo es maravilloso, todo es bonito, todos los humanos son iguales y los Hipernacionales son tan buenos… pobres víctimas de los prejuicios Winlandeses, ¡Menuda ñoñería! Los hipernacionales, básicamente, son como nosotros, excepto que son mucho más pobres, y sólo sueñan con parecerse a nosotros. No son para nada las víctimas que tú dices, me parece que te has olvidado que ellos son la élite de su territorio, y que debajo están los nacionales y aún por debajo los parias, y que entre los parias también existen amos y esclavos. Ya ves, ésta es la gran cadena de la humanidad desde el principio de los tiempos, hay súper-depredadores, pequeños carroñeros y presas, esto nunca va a cambiar, Tao. Antes, el hombre blanco dominaba al negro, y ahora el Winlandés multicolor domina al Sapiens. Es la ley de la naturaleza".
Tao frunce el ceño mientras escucha a Aldous. Desde que ha llegado a Euráfrica, no ha recordado ni por un segundo que, a las puertas de las hipernaciones, existe otra zona más pobre, poblada por la inmensa mayoría de los habitantes del planeta y que más allá, hay otro mundo, más miserable aún, el de los apátridas. Se da cuenta, de pronto, hasta qué punto se encuentra en la cima de la famosa pirámide humana que tanto gusta a Aldous.
"¿Está permitido a un Winlandés ir a una zona nacional?, Pregunta de repente, sin apenas pensarlo.
- Sí, por supuesto, es libre de ir a donde quiera, en la zona nacional e incluso en la "tierra de nadie" si lo desea.
- ¿Seguro? ¿Entonces por qué hay tantos check points que te prohíben el paso?”
- Sí, existen puestos de control, pero nosotros podemos pasarlos sin ningún problema. Son los nacionales quienes no pueden entrar libremente en las hipernaciones. Y afortunadamente existen estos check points, si no hubiera fronteras entre ricos y pobres esto sería una invasión, no sólo por parte de los nacionales sino también por los parias, ¿sabes? Todo el mundo quiere acceso a la red hypermind, a la seguridad, a la salud, al oxígeno, al agua limpia, la buena comida... Y no puede ser, no hay para todos. Pero no te preocupes, tú eres Winlandés, estás del lado correcto de la valla y tienes prácticamente todos los derechos.
- Oye Aldous… ¿Y si vamos a ver cómo es la zona nacional?, pregunta Tao, de repente emocionado.
- ¡Espera, espera! No sé si te das cuenta lo que significa el área nacional. ¿Te acuerdas del holo-juego de "Arthurian Paladin"? Bueno, pues Euráfrica es igual. Las hipernaciones son los castillos. Estás a salvo, puedes abastecerte, comprar tu equipaje, hablar con la gente y tele-transportarte a cualquier otro castillo del mapa. Sin embargo si cruzas el puente levadizo, ya empieza la aventura de verdad. Pantanos pestilentes, ciudades en ruinas, zombis mutantes o bárbaros que te atacan.
- Estás exagerando un poco, ¿no crees?
- Pues no te creas que esté exagerando tanto. No te das cuenta de lo peligroso que es. Si tenemos un problema, no podríamos llamar a emergencias de la red hypermind. Además no sé en absoluto cómo nos acogerían los nacionales. No estoy del todo seguro de que aprecien mucho a los Winlandeses.
- ¿Por qué? No hay ninguna razón... No les hemos hecho nada malo, que yo sepa.
- ¿Nada malo?, Que ingenuo eres.
- ¿Y por qué crees que la gente va a ser mala con nosotros? Desconoces su reacción, nunca has estado allí.
- Cierto.
Después de unos segundos de silencio, Tao se echa a reír.
- ¿Qué ocurre?, pregunta Aldous, intrigado.
- ¿Te das cuenta que llevamos tres semanas jugando a "Arthurian Paladin" en la vida real y ni siquiera hemos salido del castillo? ¡Vaya par de valientes!”.
Aldous contesta, jovial.
- Si, unos auténticos gallinas. Vale, decidido, me apunto a la nueva experiencia.
- ¡Genial!, exclama Tao. Pero ni hablar de montar escándalos o hacer comentarios inapropiados, ¿prometido? Sólo vamos para observar, pero no compramos ni consumimos nada, simplemente damos un paseo y volvemos”.
- Te lo prometo, amigo.
Los dos amigos se dan la mano para sellar el pacto.
4.3
Al día siguiente, idean una estrategia para visitar la zona nacional. Buscan una hipernación europea que tenga una frontera que se pueda cruzar andando, la idea de conducir manualmente en los bloques nacionales les asusta y sobre todo, tienen miedo a que les roben su nave. Caminando, podrán moverse de manera más gradual y volver rápidamente al check point, si las cosas degeneran. Eligen "Alhambra Andalusy", una de las zonas hipernacionales más pequeñas de Europa, en el extremo suroeste del viejo continente. La estación es de color amarillo, precisamente a causa de este tipo de puesto fronterizo, que significa menos seguridad según los criterios de Winland. Sin embargo, para los dos amigos, es todo lo contrario, opinan que es menos arriesgado de esta forma.
A la mañana siguiente, aterrizan en la hipernación. Hace una temperatura exterior de 44ºC, que los techos oxigenados a duras penas logran rebajar a 35. La semana pasada, según cuenta el pass de atención al viajero de la estación multinaves, una tormenta ciclónica devastó Andalucía oriental, pero sin lograr disipar el calor. En el resort, los turistas explican al criado como quieren que coloque su equipaje en la suite, luego pasan por la cabina de higienización corporal y por el jacuzzi refrigerante para rehidratar sus pieles.
Aldous renuncia a visitar la hipernación, bebió demasiado la noche anterior y quiere dormir un par de horas. Tao descubre sólo "Alhambra Andalusy" o más sencillamente, "Al-Ándalus", como dicen los hispano-árabes. La hipernación sólo tiene dos kilómetros de largo, el espacio está totalmente ocupado por las ruinas de una fortaleza árabe muy antigua, cubierta con cúpulas y techos transparentes, encaramada en un promontorio rocoso en las estribaciones de la mal llamada "Sierra Nevada", ya que la zona no ha conocido el menor copo de nieve en más de 150 años. Tao se extasía al descubrir el Patio de los Leones, la obra maestra del arte mozárabe que sigue intacta después de mil años, sin embargo le decepcionan mucho los jardines. El pequeño invernadero japonés de su madre es mucho más bonito, los europeos no tienen ni idea de floristería sintética. Pero sobre todo se queda boquiabierto delante del panorama desde las murallas. La medina nacional se extiende anárquica en los valles y colinas hasta el final del horizonte. Se compone de miles y miles de pequeños cubos blancos encalados, a veces cubiertos con azulejos, agrupados en bloques que rara vez exceden cuatro o cinco plantas y cuyo diseño desafía las leyes de la geometría. Muchos cubos, viejos, de al menos un siglo, se han encogido al sol y han perdido su forma cuadrada y toda la medina está surcada por pasajes serpenteantes, de trazado irregular y una estrechez increíble, que forman un gigantesco laberinto en forma de tela de araña. Desgraciadamente, las calles están protegidas del sol por lonas de cáñamo o de lino sintético que impiden a Tao distinguir la multitud rebosante que pasea por debajo.
De repente, una voz gutural, aumentada por miles de amplífonos, resuena en todo el barrio del Albaicín, justo abajo de la Alhambra y le contestan de inmediato un repique de campanas procedentes de otros barrios. Tao, sorprendido por esta súbita cacofonía consulta su pass y aprende que se tratan de las diferentes llamadas a la oración para los musulmanes y los católicos. También obtiene más información acerca de Granada. Gracias a su proximidad al estrecho de Gibraltar y a su situación geográfica privilegiada en altura, lo que le permitió evitar las inundaciones de los últimos dos siglos, la ciudad ha crecido hasta llegar a ser, o más bien volver a ser, tras un intervalo de mil años, una de las urbes nacionales más importantes de la cuenca mediterránea, con casi un millón de habitantes. Según el "Wikicionario" de "Humanity media center", Granada ha logrado conservar su autonomía respecto a HyperIberia y a HyperMagreb. Es una ciudad estado independiente desde 2162, que cuenta con su propia hipernación, “Al-Ándalus”. Sobre todo, es un centro espiritual de primera magnitud, la “ciudad de todas las creencias”, en el que conviven católicos, musulmanes, ecuménicos, ateos y una importante minoría judía que comercia con New Hebrón, el Estado de Israel que se trasladó a Winland tras el bombardeo atómico de Jerusalén de 2077. Por último, los gitanos, establecidos en la ciudad desde el siglo 15, poseen un barrio gigantesco que sirve como mercado para los parias de la zona, lo que explica que los jefes de las tribus apátridas suelan evitar saquear Granada en sus incursiones. Fue durante décadas un modelo de tolerancia, pero la situación se ha degradado en los últimos años y los intransigentes de las viejas religiones están en pleno auge. La ciudad es pobre, muy pobre, y cada vez que hay escasez de agua o de alimentos, en cada desastre ecológico, aumentan las tensiones entre las comunidades y los fundamentalistas de cada creencia sacan provecho de la miseria para ganar adeptos. Tao descubre, escudriñando atentamente la medina, que algunos cubos están provistos de torretas. Los diferentes lugares de culto de la ciudad son exactamente iguales, si no fuera por los símbolos religiosos distintos en lo alto de cada torreta, no se podrían diferenciar una mezquita de una iglesia o una sinagoga, un templo ecuménico de un ateneo ateo. Resulta muy difícil para Tao entender como las creencias logran aún hacer derramar la sangre, en pleno siglo 23. Él, en teoría, es agnóstico de inspiración budista, pero en realidad, el tema no le interesa lo más mínimo.
Continúa su visita y baja una calle muy empinada que conduce a una puerta árabe. El puesto de control de San Pedro, custodiado por unos cincuenta agentes andaluces, y un puñado de polis de Winland-Gibraltar que han venido a echar una mano. Uno de ellos, cubierto con una armadura de plástico orgánico similar a la de los jugadores de Bloody-ball, se acerca a él.
"¿Winlandés?”
- No, "Sunrising Tailandia", contesta Tao, que no quiere revelar su nacionalidad a este compatriota.
- ¿Sunrising, de verás? Ok. Éste es el fin de la ruta turística, señor. Puede coger las escaleras de la derecha para volver al los resorts o subir de nuevo la Calle Real hacia el palacio Nazarí”.
Tao echa un vistazo por encima del hombro del poli pero no ve nada más que una puerta corredera de silicio que se abre y se cierra para dejar pasar, uno por uno, a los nacionales que trabajan en la hipernación, por lo general en los resorts como " sherpa-criado” o empleada del sexo. Llevan todos las mismas túnicas de color naranja, que reciben en el puesto de control los efectos personales de los nacionales están estrictamente prohibidos en las zonas hypermind.
Tao sube, con gran dificultad, las escaleras que conducen al resort. Hace un calor abrasador y los malditos techos oxigenados de Euráfrica no logran enfriar adecuadamente el ambiente.
“Psst... ¿Quieres guía?"
Un nacional avanza hacia él, con una sonrisa que va de oreja a oreja. Es un joven rubio con ojos azules, lo cual es bastante inusual en la zona, y muy bajito, apenas 1 metro 75.
- Paseo Granada nacional, Barrio Albaicín, Sacromonte gipsie flamenco fiesta, olé olé, vino tinto bueno”.
Es la primera vez que Tao oye a una persona martirizando tanto el Internenglish.
- Sólo 100 wincoins, pasear una hora”
¿100 wincoins? Su resort sólo cuesta 25 la noche. Tao rechaza la propuesta, pero el nacional insiste.
“¿Winland?
- No, no, "Sunrising Tailandia, dice Tao por segunda vez esta mañana, mientras hace un gesto para despedirse. Pero el nacional no tiene ninguna intención de abandonar la conversación.
- ¿Sunrising? Sayonara aligato. Yo love Sunrising. Winland, no. Winland malo, Winland pum pum imperialista, Sunrising bien, Budismo Zen Yoga bueno bueno".
El Nacional no lo deja hasta la entrada del resort.
4.4
Una vez dentro, Tao pregunta al pass de la recepción si tienen programas de visitas a la zona nacional. La idea de contar con un guía no le parece mala, pero quiere garantías, el enano rubio de antes no le inspiró ninguna confianza. Tenía un crucifijo en el cuello, podría ser un neo-cruzado fundamentalista, quien sabe. Desafortunadamente, las propuestas son muy limitadas, sobrevolar la medina en una nave blindada o visitar Sevilla y Córdoba, en pequeños grupos, con guardias armados, nada más. Habrá que aventurarse solos, piensa Tao entrando en la suite. Observando a Aldous que está durmiendo la siesta, se da cuenta que no podrá repetir la mentira sobre Sunrising. Aldous viene de New Vlaamseland, el estado federal de Winland que reprodujo en Australia la Holanda sumergida en las aguas, tiene los ojos azules translúcidos, pecas casi fluorescentes y la piel más blanca que un kimono de Aikido, imposible hacerlo pasar por tailandés.
Después de una tarde larguísima, los dos turistas se preparan para la excursión. Compran ropas típicas de Andalucía, dos chilabas termo-aislantes que les permiten pasar desapercibidos, sin embargo no cambian sus mascarillas, las Eurafricanas son demasiado pesadas y antiestéticas. Luego van hacia el puesto de control. La temperatura apenas ha bajado.
Tao siente que su corazón late con fuerza acercándose a los polis de Winland y de HiperAndalusy, a altura del puesto de control. Está absolutamente en regla y no tiene nada que reprocharse, pero no puede evitar sentirse asustado. Por suerte sólo hay una persona en la fila para cruzar la frontera, una "mujer multiusos” del resort, que Tao ya ha visto esta mañana. Después de ella Aldous entra por la primera puerta de seguridad del puesto fronterizo y cinco minutos más tarde, es el turno del joven Windseller. En el primer control ocular de identidad, oye un pitido.
"Tao Windseller, diríjase de inmediato al despacho de aduanas, primera compuerta a la derecha, por favor".
Apenas entra en el despacho, un hombre gordinflón con un bigote y una estúpida nariz, vestido con una túnica uniforme, le estrecha la mano.
"Salam Aleikum, señor Windseller. Soy Ali García, Comisario Jefe de la Puerta de San Pedro, es un gran placer recibirle en mi modesto check point. Si me permite la indiscreción, ¿qué hace una persona como usted en un lugar como este? ¿Por qué desea pasar esta frontera?
- No tengo porque decírselo, soy un ciudadano libre y tengo el derecho de pasar, contesta Tao con algo de rebeldía.
- Sí, por supuesto, y yo tengo el derecho de retener a cualquier hipernacional durante un máximo de 4 horas, si la situación me parece sospechosa. Y podemos decir que éste es el caso. No todos los días pasa un Windseller por aquí, que digamos.
El policía, contento con su respuesta, sonríe al ver al joven abatido. Prosigue.
- Me imagino que en este caso lo normal sería advertir a los soldados de Winland-Gibraltar detrás de esta puerta y pedirles una identificación completa. Verificación de ADN, cacheo virtual de su pass hypermind, identificación por sus parientes más cercanos...
- ¿Qué? ¿Qué quieren llamar a mi madre? pregunta enfurecido Tao, ¿No está bien de la cabeza?
- Puede haber maneras de evitar esto, contesta el Comisario, lacónicamente.
- ¿En serio? ¿Y de qué manera?
- ¿Aldous Vanderlinden es su amigo?
- Sí.
- ¿Quería gamberrear con él en el área nacional? ¿Bares de vino, cachimbas de cannabidiol y distrito de las prostitutas parias? ¿Verdad?
- ¡No!, protesta Tao enérgicamente. Sólo queremos ver cómo vive la gente, y regresar, nada más.
- ¿Ver a la gente? ¡Qué idea tan extraña!, responde el oficial, observando al joven euroasiático. Escuche, esto es lo que le propongo, voy a dejarles cruzar la frontera, pero dos de mis hombres les acompañarán. Es más seguro así. ¿De acuerdo?
Tao baja el cabeza, escéptico, pero el oficial añade.
- Si desea visitar la Granada nacional es la única opción. Si hablo con los cops de su país, tardarán 4 horas y su mamá estará al corriente. También su papá, obligatoriamente.
Tao acepta, sin ningún entusiasmo.
- Por supuesto, una hora de servicio para dos soldados profesionales representa un coste para nuestra brigada, ya sabe...
- ¿Cuánto?, suspira Tao, que ya había entendido desde hace un rato por donde iba el sargento Ali García.
- 2.000 wincoins, para usted y su amigo durante una hora.
Veinte veces más que el enano rubio de este mediodía... Pero Tao no tiene opción. Pide a su pass que prepare el monto, y los dos hombres cruzan sus laserpénciles para materializar la transferencia.
Los guardaespaldas, dos colosos que responden al nombre de Amadú y Amado, entran en el despacho. Son como dos gotas de agua clonadas, o más bien como un icono y su negativo, ya que uno es tan blanco como el otro es negro. Conducen a Tao hacia el otro lado de la puerta, donde aguarda Aldous. Éste se alegra al ver a dos hombres armados, sólo lleva diez minutos fuera y ya está acosado por un puñado de niños que le piden dinares granadinos. Tao, sin embargo, está muy decepcionado. En las calles que llevan a la medina, ve como los nacionales se apartan de su camino al percibir a los dos polis detrás, que ni siquiera se han molestado en retirar sus uniformes. No se puede uno empapar con el ambiente en estas condiciones, piensa, mientras ajusta su mascarilla.
De todos modos, el paseo no dura ni diez minutos. Después de cruzar dos plazuelas, se topan con una procesión católica que les cierra el paso. Intentan dar la vuelta, pero detrás de ellos, surgidos de la nada, se encuentran con cientos de contramanifestantes wahabíes. En el enfrentamiento, los dos turistas se deslizan entre capirotes y turbantes para evitar los golpes de unos y otros y logran salir del altercado. Perdieron a Amado y a Amadú, que se quedaron atrapados en medio de la refriega.
De repente un hombre se pone delante de ellos y les grita.
"Venid conmigo, voy a poneros a salvo”
Es un cuarentón de tez mate, barba negra, tan bajito como suelen serlo los nacionales, y lleva un lasergun en la mano. Tao reconoce su uniforme verde pálido y la insignia que lleva en el pecho, un cóndor volando sobre la constelación de la Cruz del Sur, la bandera de la Tierra del Fuego y símbolo de “Humanity”. Un voluntario de la rama sanitaria sin duda. Confiados, los dos turistas lo siguen en el laberinto de pequeños pasajes hacia el corazón de la medina, sin entender aún que este hombre les está secuestrando.
Capítulo 5: RÍA DEL GUADALQUIVIR, TIERRA DE NADIE, del 2 al 9 de junio de 2222.
5.1
Al principio, Darío sintió un hormigueo difuso en el cuero cabelludo, desde la nuca hasta los globos oculares. Luego, progresivamente, la sensación se hizo más nítida y comprendió que no se trataba de una de sus migrañas habituales, además no padecía ningún tipo de dolor, más bien pruritos en varios puntos muy específicos de su cerebro, como si sus neuronas vibraran bajo impulsos eléctricos, o si cientos de mini-mariposas revolotearan en su cráneo.
Al abrir los ojos distingue por encima de él un techo de silicio verde pálido y agrietado. Pero no puede girar la cabeza ni realizar el más mínimo gesto. Por el rabillo del ojo, logra ver su antebrazo, del que sale una sonda roja y el logotipo de "Humanity" impreso en la esquina de una sábana blanca. Entiende que está en un módulo sanitario, se tranquiliza un poco y consigue quedarse dormido de nuevo, a pesar de los zumbidos en su cerebro.
Se despierta de golpe. Un hombre le está auscultando. Tipo hindú o paquistaní, bigote canoso, redondito, en la cincuentena. Darío todavía nota el ruido molesto en su cabeza. La cara del doctor desaparece de su campo de visión y lo oye hablar con una tercera persona.
“24 horas más y conecto su sistema nervioso y su locución, ya podrá por fin hablar con usted.
- Muy bien. ¿Él nos está oyendo?
Acaba de hablar una mujer. Darío escucha como se está acercando a su cama.
- Creo que sí, contesta el médico, las regiones auditivas están despiertas pero aún tiene neuro-mosquitos en otras zonas del cerebro, en mi opinión todavía está muy confuso.
La mujer acerca su rostro para que Darío la pueda ver. Tipo árabe, unos cuarenta años, más bien guapa. Aparta un mechón de su pelo y le dice en perfecto castellano, con un tono tranquilo y una amplia sonrisa.
- ¿Lo ha oído usted, señor? Dentro de 24 horas podrá hablar y moverse. Ha tenido suerte, salió ileso de su accidente. Un poco de paciencia”.
Este mensaje, presuntamente apaciguador, provoca en Darío un ataque de ansiedad repentina. ¿24 horas? ¿Cuánto tiempo lleva neuro-anestesiado? Él dijo que volvería en tres días al campamento, si no... Piensa en el accidente, en la tormenta, en Michto. ¿Al final Salvatore llamó a los chinos? ¿Los ciclones ya han acabado? El médico y la mujer salieron de la habitación sin darle respuestas. Solo en la oscuridad del módulo, durante horas interminables, tortura su mente para retomar el hilo de su pensamiento racional, pero estos dichosos insectos en su cerebro le impiden pensar y sólo recibe imágenes breves, fogonazos, como si sus pesadillas parasitaran su intelecto.
Después de una eternidad el médico vuelve a entrar en el módulo.
"Buenos días. Voy a aspirar los neuro-mosquitos de su cerebro. No se preocupe, usted no sentirá nada, excepto tal vez un ligero cosquilleo en la oreja derecha, por donde pasa la sonda de aspiración".
Un instante después, Darío siente que puede volver a girar el cuello, mover su mano e incluso hablar.
“¿Qué día es hoy, Doctor?
- 2 de junio.
Darío cierra los ojos para concentrarse. 2 de junio. Se marchó el día 27 de mayo. 6 días, ¡pasaron seis días! Se endereza para sentarse y lo logra con gran dificultad.
- ¡Me tengo que ir ahora!, exclama.
- Cálmese, señor. Debe permanecer en cama durante otras 48 horas”.
- No, no puedo esperar dos días, lo siento, tengo que marcharme”, grita Darío, fuera de sí, tratando de quitarse la sonda del brazo.
- Señor, no me obligue a llamar al equipo de seguridad, por favor, tranquilícese. No es nuestra costumbre retener a los pacientes demasiado tiempo, créame. Dos días de recuperación es el mínimo, así que le ruego que obedezca mis instrucciones. Si no lo hace por su propia salud, hágalo por respeto hacia los millones de pacientes en todo el mundo que están esperando un tratamiento de "Humanity Health” mientras usted tiene acceso gratuito a los servicios de este hospital. Le hemos restaurado tres costillas y un fémur, hemos intervenido un trauma cerebral, utilizando un material muy caro. No estoy dispuesto a echar a perder todo este dinero por un suicida”.
Darío lo mira con rabia pero entiende que no tiene otra opción que volverse a tumbar. De todos modos, no podría levantarse y caminar sólo, al menos por ahora.
Un poco más tarde oye susurros detrás de la puerta del módulo. Reconoce la voz de la mujer de hace unas horas, hablando otra vez con el doctor.
"¿Él aún no sabe nada?
- Nada. Y sinceramente no tengo ninguna gana de contárselo ahora. No se puede decir que este hombre coopere mucho. Puede fácilmente volverse violento, me temo, al juzgar por sus cicatrices de guerra en el torso.
- Sí, es un guerrero, un contrabandista paria. Si no le importa, voy a tratar de hablar con él.
- Como quiera. Pero es su responsabilidad. Grite las palabras "Help me" dos veces si necesita ayuda.”
La puerta corredera se desliza, la mujer se acerca a la cama de Darío y otra vez, se dirige a él en castellano.
“Buenos días señor, ¿Cómo se llama usted?
- Darío. Tito Darío.
- Soy Leila Husein. Darío nota la presión de la mano de la mujer en la suya.
- ¿De qué hablaba usted con el médico? ¿Qué es lo que no sé todavía? Una complicación que impide marcharme dentro de dos días, cómo hemos acordado, ¿no es así?
- No, no es eso. En 48 horas podrá caminar, incluso correr si quiere. No tendrá ninguna secuela del accidente, ya se lo dije. Sin embargo, el Dr. Rajiv Gupta quiere someterle a un examen complementario.
- No, ni hablar. Tan pronto como me recupere, me marcharé. Lo demás me da igual. Así que no me hable más de exámenes complementarios, ¿está claro?
- Sí, está clarísimo, pero esto se lo tendrá que explicar al médico. Yo no formo parte del equipo sanitario.
- Entonces, ¿qué está haciendo aquí? ¿Usted es neuropsicóloga, o algo por el estilo?
- No, en absoluto. Soy informante para "Humanity News"
- ¿Informante? ¿Y qué me importa a mí hablar con una informante? Váyase por favor.
- Muy bien, como quiera. Pero tal vez si me explica por qué está usted tan ansioso por salir de aquí, pueda ayudarle en algo.
Darío suspira y finalmente acepta. Siempre ha sentido simpatía por los reporteros de "Humanity”. Gente con suficiente valor como para permanecer en su puesto en pleno fragor de la batalla, algunos supuestos guerreros parias son incapaces de hacerlo. Se lo cuenta todo, sin omitir un detalle. La mujer escucha atentamente antes de contestar.
- Me encantaría visitar su campamento del otro lado del estrecho. Veinte contrabandistas independientes juntos en un mismo pueblo, que no pagan tributo a ningún señor de guerra paria subsahariano ni a los aduaneros de HyperMagreb es algo raro y digno de mencionar. Le sugiero algo, si quiere, voy a sobrevolar la zona de su campamento. Veremos si sus compañeros siguen todavía allí. ¿Me puede decir las coordenadas exactas?
- En el laserpencil de mi nave encontrará todos los datos.
- Lo siento, señor Tito Darío, pero su vehículo cayó en los pantanos irradiados del estuario del Guadalquivir.
- ¿No se pudo salvar nada? ¿Ni siquiera mi arma?
- Nada. Usted tuvo muchísima suerte en aterrizar a menos de 300 metros de una base sanitaria de "Humanity", los voluntarios pudieron sacarle in extremis de su cabina de piloto antes de que su nave se hundiera por completo en el lago”.
- ¡Joder! Es una pena. Pero puedo darle una indicación bastante precisa de la posición del campamento. Está en Uad Lau…"
La información es suficiente para la periodista, que decide ir a echar un vistazo enseguida. Darío la está esperando con impaciencia. Estaría de vuelta en dos horas, dijo ella.
5.2
Leila sale del módulo, aliviada. El hombre no quiso escuchar nada, pues mucho mejor, ella no sabe si hubiera tenido el coraje para darle la mala noticia. Darío padece un tumor cerebral en un estadio muy avanzado de la enfermedad. Fallecerá dentro de dos o tres años, como mucho. El cáncer es responsable de aproximadamente la mitad de las muertes entre los apátridas, expuestos con frecuencia a niveles de radiación superiores a lo que los cuerpos pueden tolerar. Sin embargo, el cáncer se cura perfectamente desde hace un siglo, incluso en su fase terminal, pero el tratamiento, basado en la clonación y la regeneración celular, es demasiado caro para "Humanity” siempre tan escaso de wincoins.
Leila tiene que mantener su cabeza fría. Este hombre está condenado, debe controlar su afecto y ser muy profesional con este nuevo informador. No será fácil, ya que Darío dista mucho de ser un bruto sin fe ni ley, como la mayoría de los bandidos parias. Lo supo a primera vista, mientras él todavía estaba inconsciente, al descubrir el dibujo tatuado en su cuello, la estrella de David en una media luna coronada por una cruz, símbolo del culto ecuménico. Los guerreros parias son generalmente fundamentalistas o neo-paganos, cuando creen en algo. El Ecumenismo, por contra, promueve la paz y la tolerancia, se trata de la religión de la madre de Leila y ella, aunque atea, sigue muy apegada a sus preceptos. Más de lo que ella misma cree, decía Sydney antaño.
La charla con Darío confirmó la primera intuición de Leila, a pesar de la rudeza del guerrero, al principio. Mientras el hombre hablaba de la situación de su campamiento, ella supo sacarle la información discretamente, sin que él se diera cuenta. Al llegar al pequeño módulo que el Dr. Gupta le ha dado para instalar su despacho, dicta a su laserpencil toda la información que logró hallar y que no quiere olvidar:
"Tito Darío. Entre 40 y 45 años, nativo de la sierra de Cádiz, viajó por toda Euráfrica antes de establecerse como contrabandista en el Estrecho de Gibraltar. Desde hace unos 10 años, es el jefe de un campamento semi-nómada, que pasa regularmente de un continente a otro e incluye a cientos de personas y casi veinte guerreros. Forman una comunidad independiente… Stop. Pausa”.
Leila reflexiona. El hombre dijo que su comunidad estaba autogestionada, que cada persona podía salir voluntariamente y que él no tocaba el tráfico de esclavos, pero aún no hay pruebas de esta información, aunque ella, en su fuero interno, no duda de su veracidad. No se trata solamente de intuición, Leila ha seguido cursos superiores de lenguaje corporal y psicología expresiva, sabe detectar una mentira mucho mejor que cualquier máquina.
"Sigo. Una comunidad independiente, según dice él. Darío sabe leer y escribir, habla con fluidez el internenglish y se informa asiduamente en "Humanity news". Es seguidor del culto ecuménico, con conocimientos reales de teología. Inteligente, carismático, uno se lo imagina perfectamente de jefe, incluso tendría madera para convertirse en un líder paria, un nuevo “Mahatma Mandela King" o un "Búfalo Khan" de este siglo. Por desgracia, padece un tumor cerebral que lo condena a muy corto plazo. Una enfermedad que, según el médico, puede provocarle reacciones violentas... Stop. Pausa. "
Violento... A Leila no le pareció violento. En 10 años de periodismo, ha conocido a miles y miles de parias y tan sólo le hace falta observarlos cinco segundos en el fondo de los ojos para conocer la llama que los anima. Es pura intuición, no tiene nada de científico, pero muy rara vez se equivoca. Distingue tres tipos de mirada paria, la llama apagada de los resignados, que son mayoría, el rayo incendiario de los violentos y el fulgor de la indignación. Los hipernacionales suelen confundir estos dos términos, indignación y violencia, pero la violencia significa destrucción, mientras que la indignación es vida, es lucha, la chispa que puede iluminar el mundo. En el caso de Darío, se trataba de una fiebre que ardía en sus órbitas y lo consumía por completo, especialmente cuando hablaba de Michto, su hijo adoptivo. Él hará todo lo posible para encontrarlo y no se detendrá ante nada para salvar al niño. Esta es la misión que se ha fijado, el guerrero debe tener una especie de código de honor personal que se obliga a seguir. Dijo que iría a China si fuera preciso y Leila lo imagina perfectamente capaz de hacerlo. Su preocupación por este chico resulta conmovedora. Pero Leila sabe también que la determinación se puede convertir en obstinación para este tipo de personas, si las cosas les salen mal y pierden la esperanza, son capaces de cualquier cosa. Habrá que ser muy cautelosa con él y fijarse bien en sus reacciones.
Ojalá el campamento esté todavía allí, piensa la periodista. La tormenta ciclónica duró sólo cinco días, puede que haya suerte. Espera que así sea, por este hombre y también por su propio reportaje. Un campamento autogestionado sería una buena forma de empezar el informe. Le permitiría mostrar la dignidad de los parias y por esta razón, el personaje de Darío es perfecto, ofrece una imagen muy diferente de los clichés habituales sobre los “gunners” apátridas. Tiene un gran potencial mediático, caerá bien al público y cuando el reportaje hable de su tumor, seguro que se tratará de un momento muy emotivo de la emisión. Leila no quiere caer en el patetismo fácil y sabe que el cáncer no es el tema de su investigación, pero si la enfermedad mata a la mitad de los parias en el mundo, no es tan malo repetirlo de vez en cuando.
Acaba de grabar en su laserpencil el resto de la información sobre el contrabandista, luego prepara sus cosas para cruzar el estrecho. Revisa su equipo de toma de imágenes aéreas y después de algunas vacilaciones, decide coger un lasergun. No tiene ni idea de cómo se dispara, pero a veces un arma resulta disuasoria. Por último, se va hacia África. La única manera legal de cambiar de continente es por un eje que pasa cerca de la base Winland-Gibraltar. Resulta más largo, pero Leila no es contrabandista, si coge una ruta clandestina abatirán su nave enseguida.
Mientras pilota, construye el guión del reportaje en su cabeza. En primer lugar el campamento y el retrato de Darío, después hablará de los proveedores, del cartel de la droga en Iberia, de los traficantes de esclavos del Sahara, de la reventa de los bienes robados del Bósforo... Probablemente deberá abrirse un perfil en "intérlope" para obtener contactos. Esta será la parte más peligrosa, sin duda, pero dispondrá de fondos para contratar guardaespaldas. Después de eso, meterá sus narices en las autoridades de HyperMagreb y de HyperIberia, sabe que muchísimos aduaneros son corruptos, no será demasiado difícil encontrar pruebas de ello. Con un poco de suerte en un mes podrá acabar su trabajo. A condición de encontrar la base de Darío, por supuesto.
Sobrevuela varias veces Uad Lau, pero no hay nada. El campamento ha desaparecido, se pueden distinguir marcas en el suelo que demuestran que ha habido refugios por ahí, pero todos se desmontaron hace poco. Aterriza en el sitio y pasea para averiguar algo más. Ve, en una fosa, a unas pocas decenas de metros del campamento, el cuerpo de un hombre, presumiblemente un contrabandista, abatido por una flecha láser. Es difícil distinguir su rostro, medio roído por los insectos. Con la canícula, el proceso de descomposición es muy rápido, Leila deduce que la muerte no debe remontar a más de cuatro días. Graba la imagen del cadáver. Más tarde nota, un poco más abajo, una gorra olvidada en suelo, con el sello del ejército chino, lo que demuestra que los soldados del Imperio pasaron por el campamento. Una lástima, una lástima de verdad, piensa Leila. El asunto de las "milicias misioneras chinas" que recorren el mundo captando parias es un tema ya estudiado por "Humanity", un fenómeno inquietante que parece crecer cada año. Desafortunadamente, no hay manera de saber el destino de los cautivos una vez en China. Las fronteras del Imperio están completamente selladas, todos los datos están hackeados en todas las redes, no se sabe absolutamente nada acerca de esta inmensa zona geográfica que va de los Urales hasta el Himalaya, del estrecho de Bering hasta el mar Caspio y que cubre tres cuartas partes de Asia. Leila está realizando un reportaje sobre contrabandistas, no sobre China, honestamente, no puede seguir esta pista.
Tendrá que prescindir de Darío, piensa Leila volviendo a su nave. Lo entrevistará, por supuesto, pero ya no será el personaje central de su historia. Regresa a la base de "Humanity" esperando que el hombre aún no conozca su enfermedad. Sería inhumano recibir dos malas noticias una tras otra, en el mismo día. Por desgracia, éste es el caso, el apátrida ya está informado y por el momento, según cuenta el médico, está indispuesto. Leila se dirige a su despacho y empieza a montar sus imágenes aéreas, para hacer tiempo antes de visitar al contrabandista.
5.3
Darío está llorando lágrimas de rabia, confinado en la cama del hospital. Hace un rato, el Dr. Gupta entró en su módulo, acompañado por un guardia armado. Le inoculó un suero paralizante para evitar las posibles reacciones violentas de su paciente y le leyó su diagnóstico con una voz monótona, sin levantar los ojos de su holo-tablet. El paria escuchó su sentencia sin poder hablar ni moverse.
El médico se acaba de marchar y Darío se encuentra de nuevo sólo en la oscuridad de su módulo, con el cuerpo totalmente paralizado. En su cabeza resuenan las palabras del Doctor, "tumor cerebral", "esperanza de vida de dos años”. A lo largo de su vida, ha visto tanta gente fallecer y ha rozado la muerte en tantas ocasiones que esta nueva amenaza, lejana, intangible, le parece irreal. Tras su desconcierto inicial, logra centrarse y reflexionar sobre su situación. Mañana o pasado mañana, recibirá implantes de quimioterapia paliativa de “Humanity”. Esta medicación detendrá momentáneamente la enfermedad y mitigará sus efectos. Se sentirá bien, con migrañas menos frecuentes y dolorosas, por lo menos en los 12 primeros meses, se lo aseguró el doctor. Después de este plazo, el tumor se reactivará y podrá sufrir en cualquier momento un derrame cerebral, una crisis de epilepsia o un acceso de paraplejia.
Pero no dejará que esto ocurra. Darío sabe perfectamente que el cáncer se cura con cirugía clónica, por lo tanto no se trata de una fatalidad, sólo es una cuestión de dinero. Una operación en una clínica clandestina debe costar unos cien mil wincoins, tal vez doscientos mil. Una fortuna, pero él organizará un buen golpe y podrá reunir esta cantidad. No sabe exactamente lo que hará, pero tiene un año para pensarlo. Más que suficiente. No va a quedarse de brazos cruzados y esperar tranquilamente la muerte, no se comportará como una oveja a las puertas de un matadero, luchará hasta el final para forzar su destino. Obtendrá el dinero para curarse o morirá en el intento, pero en ningún caso fallecerá de cáncer, esto seguro. Su esperanza de vida no es en absoluto de dos años. Su esperanza es indestructible, es eterna.
Con estos pensamientos, consigue apaciguar su mente. Por desgracia, existe otra cuestión, que le angustia más que su propia enfermedad ¿Dónde está Michto? ¿Cómo se encuentra? Espera con impaciencia la vuelta de la periodista. De repente, tras un tiempo que le parece eterno, oye a Leila andando por el pasillo. Pero no se detiene y se marcha sin entrar en el módulo. Mala señal, si hubiera encontrado a Michto, se habría apresurado a decírselo. ¿Qué ha visto ella en Uad Lau? ¿Nada? ¿Los cadáveres de sus compañeros? ¿Por qué razón no ha entrado en la habitación? Quiere gritar, pero no puede, aún está anestesiado. Sigue intentándolo una y otra vez, aúlla en el silencio durante horas hasta que de repente, su voz logra por fin liberarse de su catarsis y escaparse de su garganta, “¡Leila! ¡Leila! ¡Leila!”
La periodista por fin acude a su llamada. Ella le anuncia lo que él ya intuía, que los chinos se llevaron a Michto y al resto de sus compañeros. Por lo menos, Leila ha venido sin escolta y le ha dicho las cosas en la cara, con humanidad; esto permite a Darío encajar mejor la mala noticia. La reportera le muestra la imagen del cadáver y él reconoce a Bachir, el anciano contrabandista ciego. Los chinos debieron pensar que sería un estorbo para el viaje, y lo abatieron in situ. Era un hombre bueno y sabio. Al observar las otras imágenes de su campamento Darío siente sus ojos humedecerse, de repente, no puede reprimirse y estalla en llantos. Siente vergüenza por estar llorando delante de una desconocida y pide a Leila que se marche.
Durante las horas que siguen, reza para recobrar su ánimo y su fe y procura controlar sus emociones. De pronto, en un lugar remoto de su mente encuentra un pequeño destello de esperanza al que se aferra. Michto aún está vivo, no cabe ni la menor duda, los chinos no se habrán molestado en deportarlo a Siberia para matarlo justo después, no tendría ningún sentido. El niño debe de estar en un campo de trabajo en algún lugar del Imperio. Darío lo encontrará y lo rescatará. Evidentemente, no será nada fácil, pero no existe alternativa, tan remota como sea la posibilidad es la única que hay y tiene una gran ventaja, no le da miedo morir, porque ya está condenado. Esto aumenta su valor y su audacia; y le harán falta ambas para sobrevivir.
Sigue reflexionando, valorando todo lo que le podría ser útil para su misión, rechazando todos los malos pensamientos derrotistas y las emociones nefastas que le turban la mente. Al final de la tarde, vuelve a llamar a la periodista. Leila entra de nuevo, pero esta vez, él se siente preparado para conversar con ella.
“Señora Husein, he estado pensando… Yo tendría muchísima información que darle para su reportaje. Si quiere, podría ponerme en contacto con fabricantes de cannabidiol del Rif o traficantes de armas del Bósforo. Peces gordos de verdad. Pero a cambio, ¿usted qué me puede ofrecer?”
Leila frunce el ceño antes de contestarle con un tono seco
.
- Así que es lo que ha estado pensando durante este rato, como sacar tajada de esto. Señor Darío, creo que usted no entiende dónde estamos. "Humanity" no es un negocio, es una organización humanitaria. Nosotros no pagamos a nuestros informadores, esperamos que nos den información de manera voluntaria, sobre todo por parte de los que hemos atendido gratis en nuestras instalaciones sanitarias
.
- Gracias por atenderme. Sinceramente. Y ojalá pudiera ayudarle sin pedirle nada a cambio. Pero necesito dinero, a toda costa. Lo único que me importa es mi vida y la de mi hijo, ¿lo entiende?
- No. No cederé a ningún chantaje, lo siento.
Darío de repente se endereza y contesta enojado.
- ¿Chantaje? ¡Vamos, Leila! En mi oficio, el chantaje es cuando amenazamos a alguien con volarle la cabeza y hacerle lo mismo a toda su familia, ¿sabe?
Se da cuenta que debe suavizar su tono. Está al borde de la desesperación y no quiere que ella lo note. Sigue, con una voz más conciliadora.
“Soy contrabandista, un comerciante, y le propongo un trato, nada más. Creo que hay maneras de entenderse, Leila. Tampoco soy tan codicioso. Necesito una nave, un hectolitro de agua pura, alimentos para un mes, 1000 wincoins y un lasergun. Lo tenéis todo aquí.”
Darío deja un momento para que ella lo piense. Está acostumbrado a negociaciones muy tensas y aquí en el módulo ni siquiera hay armas, los únicos argumentos son las palabras. Esto le ayuda a permanecer tranquilo. La periodista, finalmente, le contesta:
“Escuche, yo entiendo que usted necesite dinero. Lo ha perdido todo y ni siquiera tendrá algo de beber y comer cuando se vaya de aquí. Le puedo contratar de guardaespaldas, si lo desea. 750 wincoins por semana, alojamiento y comida, con un gun y un chaleco anti-láser”.
- No, no me conviene. No tengo tiempo para hacer este trabajo para usted.
- ¿Por qué? ¿Aún sigue con la idea de ir a China? Renuncie, Tito, es una locura. ¿Cómo encontrará a los suyos allí? China es muy grande, por si no lo sabe...
- Los encontraré. Yo también tengo informadores, ¿sabe? Primero buscaré a los soldados chinos que deportaron a mi pueblo. Si Salvatore obtuvo su contacto, yo también puedo encontrarlo. Estos Chinos saben dónde está Michto. Bastará con hacer hablar a uno de ellos.
Leila pone una mueca escéptica.
- Admitámoslo. Pero es absolutamente imposible cruzar la frontera del Imperio y estoy particularmente bien enterada del tema.
- ¿Ah sí? ¿Y por qué?”
- Porque tengo a un muy buen amigo que murió en un reportaje tratando de cruzar la frontera, hace cinco años, y desde entonces, ningún extranjero ha logrado poner un pie allí.
- ¿Un periodista? ¿Murió tratando de grabar imágenes? ¿Y según usted el loco soy yo? Yo voy a China por una verdadera razón, señora, no soy un suicida como su amigo.
El comentario molestó a la periodista, obviamente. Darío lo lamenta, no puede dejar escapar esta negociación tan vital para él.
- Anda, Leila. Por favor, piénselo. Con la información que puedo darle, se ahorrará muchísimo tiempo para su reportaje. Costará mucho menos. De hecho, puedo hacerle ahorrar un montón de wincoins a "Humanity”. Bien vale una pequeña propina.
Ella lo observa circunspecta.
- Si efectivamente su información resulta útil y permite reducir mis gastos, podríamos hacer un pequeño esfuerzo. Pero, por supuesto, olvídese de los 1.000 wincoins que me pide, esto es imposible. Y ni hablar de darle comida y agua en grandes cantidades. Son raciones del hospital y se utilizan para los enfermos. Olvídese también de las armas, las pocas que tenemos poseen todas un código y un localizador. No quiero en absoluto tener que informar de un arma láser robada”.
Darío la mira, asombrado. Una negociadora excelente, sin lugar a dudas.
- ¿Y la nave?
- La nave, vale. Tendrá que coger la mía. Pero, como ocurre con las armas, tiene una matrícula. Vamos a simular un robo, tendré que informar a las autoridades de ello un par de horas más tarde. Tendrá que camuflar el vehículo por su cuenta.
- Ningún problema, eso es fácil. Conozco a un mecánico de Granada que lo hace en una hora. ¿Cuántos wincoins me ofrece?
- 100.
- ¿100? Vamos, seamos serios, por favor.
- 100. Pero le voy a ofrecer un visiófono. Esto le permitirá comunicarse con nosotros y grabar imágenes de calidad aceptable. Si realmente consigue cruzar la frontera del Imperio y nos envía imágenes de China, su reportaje será muy valioso. En este caso, le garantizo que ganará suficiente dinero para pagarse una cirugía clónica. Me ocuparé personalmente de ello, tiene mi palabra”.
Darío no esperaba este último argumento, Leila le acaba de ofertar una llama de esperanza adicional y esto no tiene precio. El contrabandista trata de ocultar su alegría repentina y replica.
- 200 wincoins y trato hecho.
- Trato hecho", contesta Leila con una gran sonrisa.
5.4
En los días siguientes, Leila no se ha arrepentido ni una sola vez de su pacto con Tito Darío, al contrario. El contrabandista ha trabajado activamente en la búsqueda informativa, y su situación personal no ha supuesto ningún obstáculo en el diálogo entre ambos. El paria se recuperó muy rápidamente y no habló nunca más de su enfermedad. Leila tampoco abordó el tema.
El primer día, Darío la introdujo en el ágora contrabandista de la red “intérlope”. Un círculo muy cerrado, para acceder a él, uno debe haber sido recomendado por un "padrino" del hampa, en este caso Tito Darío, alias "Comandante Che Guevara " y luego repetir un juramento pirata de diez puntos, a los que no se puede desobedecer bajo pena de muerte.
Para enseñar el funcionamiento de la red, Darío utilizó su hiperego y preguntó sobre los misioneros soldados chinos. Después de aproximadamente una hora, obtuvo una respuesta positiva. "Trojan Barbarian", un traficante del Bósforo, tiene una de estas tarjetas mensaje del Imperio que nunca utilizó. Pide sólo 25 wincoins por ella, pero hay que recogerla in situ, ya que la red utilizada por los chinos no es compatible con ninguna otra. La noticia alegró al contrabandista, que a partir de ese momento se sintió más tranquilo y sosegado.
A continuación, Leila creó su propio perfil, "Esmeralda", tomando prestado el icono de una niña gitana. Al día siguiente, Darío consiguió para ella, en apenas un par de horas, una entrevista visiofónica con Diego El Mulá, el enemigo público nº1 de HyperIberia, y acto seguido, contactó con varias figuras del hampa de los dos continentes. Más de lo que esperaba la periodista. Darío no es un hombre realmente potente en el gremio, sin embargo goza de una excelente reputación, y los demás contrabandistas confían en su palabra. Por lo tanto, como no temen una trampa, aceptan con muchísimo menos reticencia de la habitual la concesión de entrevistas a la periodista.
Entre las sesiones de trabajo en “intérlope”, Leila habló con Darío. Un espíritu tal vez menos brillante de lo que había imaginado, pero compensado en gran medida por una firme determinación, una verdadera inteligencia práctica y mucho sentido común. El contrabandista le contó su vida, su infancia, sus peores momentos como bandido. Le habló de la primera vez que mató a un hombre a la edad de quince años, del accidente mortal de Nadia... Pero ni una sola vez de la enfermedad. Es un ser orgulloso y pudoroso que odia enseñar sus debilidades.
La tarde del segundo día, el Dr. Gupta inyecta cuatro cápsulas de quimioterapia paliativa a efecto retardante en el cerebro de Darío, una por trimestre, en total un año de tratamiento. El contrabandista está por fin listo para salir. En su despacho, mientras Leila cuenta los iberocréditos para pagar a Darío, siente una punzada en el corazón. No puede evitar sentir afecto por las personas que va conociendo y el contrabandista, sin duda alguna, un hombre fuera de lo común y tardará en olvidarlo.
"Ahora, vete al garaje, aquí tienes el pencil de mi nave. En la cabina del piloto encontrarás dos máscaras de oxígeno y un traje de "Humanity health” Protege contra las radiaciones y las temperaturas extremas, es probable que lo necesites. También te puse un chaleco anti- láser bajo el asiento del conductor.
- Gracias. Eres generosa conmigo Leila, el Cielo te lo devolverá.
- Nadie me lo va a devolver, pero no importa. Llámame cuando hayas camuflado la nave en Granada, para poder denunciar el robo a las autoridades.
- Ningún problema, te llamaré esta noche, dentro de dos horas como mucho.
- Llama también más tarde, de vez en cuando, quiero saber cómo van tus preparativos para tu viaje a China. ¿De acuerdo?
- Prometido. Bueno, adiós. Encantado de haberte conocido. En serio. Eres una persona muy especial.
- Tú también”.
Él extiende su mano, pero ella le da un beso en la mejilla.
- Y ahora márchate Darío. Date prisa. Y sobre todo que tengas suerte”.
El paria se ha ido. Leila pasa el resto de la tarde charlando en “intérlope”. Pero al cabo de dos horas, aún no la ha llamado Darío. Sigue esperando media hora y decide enviarle una alerta de nivel 3. El contrabandista no contesta. Afortunadamente Leila ha conectado un localizador en el visiófono que le ofreció, y ve que aún se encuentra en Granada, por el barrio Albaicín. Realiza nuevas alertas cada media hora, sin éxito. Hacia las doce se da cuenta de que el visiófono acaba de desplazarse y se encuentra ahora en Cerdeña. Darío finalmente la llama, a las tres de la madrugada. Debe de estar en un refugio de montaña, detrás de él, hay un muro de piedras en bruto y utiliza una linterna de la nave para iluminarse. Lleva el traje de "Humanity Health" que ella le ha dejado, un gun en la mano, parece bastante turbado.
"Darío, ¡por fin! Pero, ¿dónde estás?
- En Granada. Bueno, en la Sierra cerca de Granada.
Leila se alegra por no haberle contado nada a Darío acerca del localizador del visiófono. Pero ¿por qué le está mintiendo?
- ¿Por qué no me has llamado antes? ¿Ya te ocupaste del camuflaje de la nave, por lo menos?
- Sí, no te preocupes por eso. Todo está arreglado, todo va perfectamente. He perdido algo de tiempo en Granada porque me encontré en medio de una manifestación de fundamentalistas, pero ya ha pasado, me he comprado un lasergun, comida, agua, no me queda ni un wincoin para pagar a "Trojan Barbarian" pero no importa, me las arreglaré”.
Leila examina la actitud de Darío. Sus gestos son escurridizos y está bajando la mirada cada vez que miente. Algo está pasando, pero ella no logra saber qué. De pronto, ve una sombra fugaz en la pared de piedra, detrás del contrabandista. Tal vez un codo o una cabeza con una capucha. Alguien estaba al lado, seguro, era una silueta humana.
"¿Estás solo?
- Sí, solo, por supuesto. Me voy mañana muy temprano hacia el Bósforo."
Otra mentira. Hay gente con él, Leila lo sabe.
- Bueno, sigue el contrabandista. Ahora voy a colgar. Buenas noches y lo siento mucho por llamar tan tarde. Adiós."
Desconectó con una velocidad desconcertante. El paria debió de tener un ajuste de cuentas en Granada o cualquier tipo de asunto por el estilo, piensa Leila. En cualquier caso, ya no es su problema. Señala el robo de su nave utilizando la red nacional Ibérica, los funcionarios tardarán meses antes de archivar la denuncia, será perfecto. Luego se va a la cama.
A la mañana siguiente, se entera de la noticia en " Sudeuropa-net”. Uno de los hijos de Abraham Windseller, Tao, un eurasiático de 26 años, desapareció en el barrio del Albaicín ayer a las 20 en compañía de un amigo suyo, también de Winland. No se ha pedido rescate aún, pero todo indica un secuestro organizado por los círculos fundamentalistas católicos o musulmanes de la ciudad.
Leila relaciona enseguida el hecho con Tito Darío. Se apresura hacia su despacho para conectar su visiófono, y vuelve a visionar su diálogo con el contrabandista. Congela y agranda una imagen en el medio de la conversación, se ve muy claramente el brazo y el hombro de una persona y sus muñecas atadas con una cuerda. Así que Darío tenía al menos un preso con él. Agranda aún más la imagen y durante una fracción de segundos aparece el rostro de un joven asíatico. Lo compara con el retrato que está difundiendo sudeuropa.net, y concuerdan las dos caras. Darío acaba de secuestrar al hijo de Abraham Windseller, no hay duda posible…
“Pero ¿por qué iba a hacer tamaña idiotez? ", exclama Leila en voz alta, cogiéndose la cabeza entre las manos. Justo después se pregunta qué debe hacer. ¿Dar su testimonio a las autoridades de Al-Ándalus? ¿O no decir nada y buscar a Darío para cubrir la noticia y tratar de convencerlo de poner fin a esta locura? Por supuesto, esta segunda opción le gusta más, pero necesita la luz verde de "Humanity". Llama enseguida a Steven Hessel, son las cinco de la madrugada en Punta Arena, pero da igual.
El Profesor entiende a la primera la importancia del acontecimiento. Acto seguido, gasta decenas de llamadas para organizar la cobertura mediática. Él mismo se trasladará a Alhambra Andalusí. En cuanto a Leila, por supuesto tiene carta blanca para seguir el rastro de Darío, con créditos casi ilimitados. Si encuentra al bandido, primero deberá asegurarse de que tiene a los rehenes con él, luego tendrá que informar de nuevo "Humanity". Dependiendo del peligro de la situación obtendrá o no el permiso para unirse a él y cubrir el secuestro desde dentro.
Antes de desconectar el visiófono, Hessel le hace una última recomendación.
"Por encima de todo, Leila, no te olvides, no vamos con nadie, ni con Winland, ni con China, ni con el secuestrador. Tú estás para informar, pero no puedes involucrarte ni ayudar a nadie, ¿entiendes? Tendrás que mantener la cabeza fría, muy fría para ser siempre neutral.
-“ Sí, lo sé, contesta Leila. Pero no va a ser nada fácil, créeme. Como tú sabes perfectamente, en los conflictos, la neutralidad no existe.”
FIN DE LA PRIMERA PARTE